Crónica de un ROBO continuado
Parte IX
Jorge Ossa Londoño
Profesor demandado, profesor condenado, profesor subrogado
Los tres nuevos títulos, degradantes, que me ha conferido
la Universidad de Antioquia
¿Por qué se amañan tanto los rectores administrando una institución en creciente bancarrota? Si se tratara de argumentos de nobleza se podría argumentar que para resolver el problema… pero ¿cuál ha sido la estrategia, o las acciones de los rectores reeleccionistas para lograrlo? Aparentemente, podrían responder que la única decisión efectiva fue el ROBO DEL 21% DE LA PENSIÓN DE LOS PROFESORES DE LA TRANSICIÓN DE LA LEY 100.
Este acto ilegal e inmoral corresponde, además, a una contextura ética deleznable desde la Administración Central de la Universidad. Este Robo, obviamente, no fue suficiente para resolver el asunto la crisis económica; pero sí fue efectivo para vulnerar los derechos adquiridos de muchas familias y para limitar la posibilidad de una vida digna de muchos “viejos” servidores de la Institución. Seguimos trabajando para revertir este delito continuado y llegaremos a las cortes internacionales.
Pero, mientras tanto se me ocurre otra pregunta, entre tantas que se han formulado sin respuesta: ¿Dónde está; o en que se ha venido invirtiendo el dinero que nos roban? No es poco el monto involucrado: si tenemos en cuenta que, hasta la fecha, por lo menos 350 individuos hemos sido efectivamente damnificados; y calculando un 21% promedio mínimo y misérrimo de $ 700.000 mensuales, el robo total, en pesos actuales, puede alcanzar los 3.500 millones anuales; sólo, aproximadamente, el 1% del desfalco de la Universidad (lo cual, según la estadística tradicional, no es significativo). Pero yo pregunto: a ¿cuál de los múltiples bolsillos – en la unidad de caja – se están yendo estos recursos?
La comunidad universitaria de hoy, en su nuevo entorno de insularidad e insolidaridad, impuesto por los individualismos del momento global, no ha reaccionado ante este atropello. Pero ahora el atropello se extiende a los profesores de cátedra, tradicionalmente empobrecidos e invisibilizados, excepto a la hora de las votaciones… y ya vienen las críticas contra los profesores “que son muy productivos…” y, así, podrían llegar a la conclusión de que la mejor fórmula es la universidad privada.
Han sido alrededor de 30 años de atropello a los Estatutos, de palos en la rueda de la democracia, y de inmoralidad patética desde las directivas, con la complicidad del ente superior y de los organismos de control. Violar derechos adquiridos es un acto de corrupción y la corrupción conduce a la muerte de las instituciones. La crisis moral es un indicador preocupante.
Jorge Ossa Londoño
Octubre 2 de 2024.